Nadie escapa, a la potente luz de la tarde... cuando entre telas, carnes y fluidos, la fisión molecular se realiza con el ríspido sonido del beso apagado sobre tu vagina despeinada... Y entre medio siempre el oído, atento, alerta, expectante ante el ruido de lo normal que está por asomar en el pasillo... Y la luz, que te penetra los pechos, ya salidos, ya erguidos, ya titilantes de mi boca sangrando salivas... Quiero que entiendas esta zona muerta, llena de vida, luego de esperma... Quiero que sientas que aquí estamos libres, aunque escondidos, del ojo blindado, del ojo de los dioses, los que vos quieras, del ojo materno, fraterno y acaso de los hijos, cuando saben que siendo lo materno podrías muy bien, como hoy, saborearme entero... Y es aquí, en el pasillo sin tiempo, color, etiquetas, escenas, que se dirimen los contrarios y surge el verdadero ser, el único e irrepetible espacio tiempo....
Veo tu mano, como arrancándome el alma, desde la adjetivación de mi pene... Veo que es no, pero es sí, en el hecho de tomarlo, morderlo y agitarlo como el fetiche vivo que es...
Y entretanto, el cielo azul sobre nosotros nos desampara.
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