La belleza fluye y nada es bello
Sino en fragmentos de azarosa
Percepción. Ayer –o hace un milenio-
Tropecé con el nadir del alba en tu sueño
Desnudo como el desierto –o el aljibe-
Y mis ojos inválidos mitigaron con una brisa
Furtiva -que exilia gotas y esporas-
El viaje sinfín sobre las aristas y valles
De lo que del territorio es inconquistable
Sin destruir. La evocación que es sed
Reconstruye – inventa- el perfume sedentario
Apenas marchito de la lluvia que como hilos
De labios disonantes no tocó la quietud.
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