Era una lengua inmensa lamiendo los cueros.
Salivando una lluvia tupida de finas hebras de agua tibia.
Dientes plásticos arrasaban mechones negros
brillando sus aceites almendrados de bello tacto a los dedos.
El soplar del aire caldo interceptaba lento a los pensamientos.
Un rulero de agujas flexibles rodeaba los filamentos,
esculpida de curvas sobre los percheros.
El reflejo rodeaba todas las paredes y sus zócalos mesa.
Yo observaba rostros buscando la greca.
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