Foto: Yanina Audisio |
Murmuraba la brisa, o gemía al escapar entre nuestros cuerpos atrapados en la espera. Mientras la tarde, que ya caía, nos fue dejando solamente ese adiós, un tanto rojizo junto al apuro de siempre, el de escapar a ninguna parte. No hay mucho a consignar cuando los dientes muerden las palabras.
Quisimos llegar hasta allí, ese lugar tres centímetros sobre el horizonte, y nos quedamos sin viento. Mientras con su aroma a hielo las flores de piedra crecían en la quietud…
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