Te veo arremangado de temblores, alzando la
puntería hacia lo oculto, te veo escudriñando el punto próximo a mis venas para
apuntarle y errar, para trazar la línea donde mi sombra tenga aún tu perfume,
te veo y confío en la calma de tu locura, te veo fijo en mi mirada fija que te
desafía a rendirte, a volcarte entero en la demanda de mi confianza no ciega,
en mi confianza de mirada fija, te hago cerca de lastimarte
te hago cerca de lastimarte entre mis temblores
desnudos, y temo errarle a tu zona oculta, quiero clavar mi perfume en la forma
de tu cuerpo para ver esa sinuosidad que se huele, pero desafino en la calma de
mi locura arrodillada frente a vos cerca de la pared, y te fijo desafinada a
rendirte en el único ojo que cierro para verte más real, más babosa en la
pared, más almeja desemejada, para hacerte un camino de clavaduras y así te
hago cerca de lastimarte
te hago cerca de lastimarte cuando oficio la espera
antes de sentir el filo de cada punta, antes de sentirlo, lo siento, definida
en los bordes que configuran el territorio del cual no salirte mucho, solo un
poco, tenés que poder rasgar apenas los contornos que son mi cuerpo, tenés que
poder contar con mi confianza, cuando soy el ruido de tu nombre sin pronunciar,
cuando soy el ruido a fuga de gas en mis oídos un segundo antes de acertar el
yerro, te hago cerca de lastimarte
te hago cerca de lastimarte cuando suelto de mi
mano algo de tu silueta en la pared y enclavo el perfume que me olés en el
recuerdo, yo siempre tengo miedo de matarte, de desaparecerte, de hablarte
tanto a cuchilladas que te escondas en esas cuevas de almejas y nunca salgas
como lombriz, yo te enclavo en lo que digo sin saber y te huelo a distancia
como lo que estoy perdiendo, siempre te hago cerca de lastimarte
te hago cerca de lastimarte en las manos que no
pongo para cuidarme de lo que me arrojan tus manos, ofrecida entera al costado
más afiebrado de tu miedo, al que busca arrepentirse sucesivamente de tener la
muerte enlazada al deseo, el daño en la vaina perdida de todos los cuchillos
que me lanzás, yo me voy quedando cada vez más quieta, cada vez más parte de la
pared, cada vez más adorno de tu juego, y me olés donde casi me duelo, y me
dolés en el desgarro que no se produce en las pestañas que separan las puntas
de mi sangre, te hago cerca de lastimarte
te hago cerca de lastimarte en la silueta que ponés
con las manos escondidas, te hago cerca de lastimarte porque no sé a qué
apuntar en tu cuerpo, porque no sé qué resumir de vos entre clavaduras y
escrituras, porque lanzo cuchillos para siluetarte y no pensarte ni escribirte
sobre esa pared que te apoya y que te hace tan irreal como una almeja sin
caparazón, yo lanzo partes de vos y te hago cerca de lastimarte
te hago cerca de lastimarte donde tenés miedo de
matarme, miedo de que me asuste y me esconda, te hago cerca de lastimarte donde
te miro fijo y desencadeno ese otro miedo, el que se retuerce en tu carne y no
puede mostrarse, el miedo a que me hieras y no cese de exponerme a tus
lanzamientos, si me quedo así ante vos para siempre, si me ofrezco en la línea
de la mansedumbre para que me ultrajes con tu fuerza, para que ocultes tus
pequeñas desapariciones en el error de los cuchillos, es porque nos une un
vicio de la confianza donde dudás de vos y yo te confirmo así, así te hago
cerca de lastimarte.
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