Audio: Humberto Meoli y Yanina Audisio.
Está sentada al borde de la cama,
poniéndose las medias. Él sabe que usa medias debajo de las botas para que no
se le lastimen los pies. Él ama esos
pies, no tanto como el otro hombre que era su marido. Está sentada al borde del
banquito frente a la cama, poniéndose las botas y no entiende que alguien pueda
amar pies. El día está menos gris que otros días del mismo septiembre, del
mismo invierno a punto de terminar. Van a caminar por el parque más cercano. A
dar vueltas entre ese poco verde para dar vueltas a ese poco, para dar vueltas
a algo distinto de lo que él piensa o ella siente, o los dos querían. Está
sentada al borde de la silla viendo titilar el cursor de la computadora. Él
está en las colillas aplastadas que tiró hace ya como setenta y nueve días. Van
a salir a tomar un helado cerca del parque para tomar algo distinto que el vino
con el que él se excede, que las palabras con que ella se atraganta. Está
sentada al borde del cordón de la vereda. Él le huele el pelo y le dice que no
se lo corte. Van a comprar una almohada nueva porque una de las que tienen se
mojó cuando se fueron al parque y dejaron la ventana abierta antes de la
tormenta. Está sentada al borde del sillón del peluquero. Él le manda un
mensaje de texto diciendo que la pasa a buscar por ahí, así la ve cuanto antes,
así no se hace tarde para aprovechar las ganas que tiene. Está sentada al borde
de la barra de un bar. Van a probar ese plato para dos. Está sentada al borde
del sillón en la casa de un amigo. Toman té de Ceilán y les duele algo que se
parece. Está sentada al borde de la ventana que da al balcón. Él le cuenta que
este mes va a cobrar un retroactivo. Van a irse unos días a la costa. Está
sentada al borde del asiento del colectivo. Va a buscar ese remedio que él no
consigue. Está sentada al borde de la vidriera esperando que abran. Él le dijo
que reponga de una vez la almohada que se mojó porque ella dejó la ventana
abierta. Está sentada al borde del zócalo. Siente el frío de la pared y dice ya
pasó el verano. Está sentada al borde la silla viendo titilar el cursor de la
computadora. Él está mezclado con otros entre algo que toca la piel y algo que
la suelta para siempre. Está sentada al borde.
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