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14 dic 2012

MANDRÁGORA


Él está paralizado, parado. Sangra leche.
Ella abanica la pija que no está.
Suspira en el hombro del hombre
transparencias resignadas a las piernas que se fueron.
Todo lo que falta es ovacionado
lo que permanece se cuelga en la pared.
Su espalda de piedra multiplica hongos.
Absorbe la humedad del ahorcado.
Mandrágora sedienta
se nutre para brillar con turquesa en el negro
en la espera floreada de lo que podría haber sido
y sin lamer el luto
se va.

Foto: Candelaria Frías

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