Cada gota crea un universo,
cada beso, cada muerte,
cada ausencia crea una historia.
Cada palabra -cada palabra pensada-
multiplica el laberinto íntimo del estar.
La flecha del tiempo guía
este viaje hacia el frío último
en que los quarks y leptones
suspendidos en una efímera eternidad
se habrán librado de las formas
que en un pretérito sin rastro
permitieron por azar ordenar
estos significantes vacíos.
Obra: Karine Daisay. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario