La única imparcialidad que conozco
es aquella neutralidad fílmica
u ortográfica que me permite
un plano general largo
desde los cerros empotrados
en un cielo de ángeles implumes
soy dueño de un voluntario
prejuicio por seducir al lente
con el aliento sin nombre putrefacto
que despierta lágrimas animadas
destruyendo su afán por rostros
sin prisa ni jadeo
aquí donde el mar es mar
donde el cielo es tierra
no cabe el pesimismo paupérrimo
la alienación se inmuniza de realidad
procreando la utopía
el flash barre como pensamiento
hacia la ciudad dormida en su caos
de justicia
condenen
(el perdón tendrá su historia)
pero el opio a esta altura aviva
dios duerme abajo junto al exceso
y aquí nos arden sus sobras
su consuelo ya no abriga
la fe es una incansable agonía
podría ser imparcial
pero en la cima a uno le nace
la tentación de poder
invertir con un disparo el día
de atropellar la ciudad
de remediar la herida
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