ROJO. Su boca. Durante dos años observé el vaivén
del jumper verde, escocés. La hermana de mi amigo era la más linda de todas.
Ella jamás me hubiese mirado como me mira
NEGRO. Su pelo. Ella me cuida todas las tardes
cuando mamá y papá trabajan. Si tuvieses dieciocho años sabés cómo te besaría,
me dijo. Se ríe y me habla. No como
VERDE. Con su lengua silenciosa y ondulante. Seria,
su lengua. Tomo mate de su boca siempre abierta, lo opuesto a la boca de
NEGRO. Su pelo me rodea la cara, sus labios se
cierran. Empujo. Sin el miedo que tengo con
ROJO. Ella ni siquiera debe notar mi intención de
acercarme. En cambio con
VERDE. Tenemos dos horas para estar solos en ese
sillón. Toda la saliva en tragos largos. Recostados dos horas, borrachos de
yerba. Para llegar a la boca de
NEGRO. Me subo a una silla. Quedo boca contra boca,
igual que con
ROJO. Si hubiese estado antes en verde sabría de
lenguas. Podría enseñarle. En cambio
VERDE. Me enseña. Tomo aire para sumergirme. La
primera vez que tomé mate fue en boca calabaza. Podía meterme y acostarme en su
lengua, no como con
NEGRO. Que aprieta los labios. Cierra la boca y los
ojos con la misma fuerza. Pero se queda con mi abrazo torpe. Trato de acercarla
a mi cuerpo. En cambio con
ROJO. Apenas alcanzo a rozar el color de esa boca
maquillada solamente con sangre. Huelo su piel por primera vez. Miro esos ojos
rodeados de pestañas gruesas. Nunca tan cerca de esa boca que antes volaba
lejos, sobre el jumper color
VERDE. Dos horas solos. El beso se interrumpe
cuando se despega el pelo de la cara, suspira, respira dos o tres veces,
destapa el termo y pone agua caliente en el mate. Después estira la mano y me
ofrece. Yo digo que no con la cabeza mientras aprovecho para recuperar oxígeno.
Chupa, deja el mate en la mesita y volvemos a zambullirnos. Me zambulliría
también en
NEGRO. No sé que las lenguas tienen que ver con los
besos, pero su resistencia me lo señala. Si cierra tanto la boca debe ser porque
el beso tiene también que ocurrir adentro. Me quedo atento, esperando una
mínima distracción para intentar meter solamente la puntita de la lengua.
Percibe mi ataque y la vuelve a clausurar. Mi lengua se queda empujando. Con
ROJO. Levito. Toco su boca con mi boca. Ella
respira por la nariz. Separamos las bocas y revoleamos los ojos para ver si hay
alguien mirando. No hay nadie. Entonces volvemos a explorar el beso que con
NEGRO. Tanto se resiste. Soy alto como ella parado
en la silla. Podríamos salir a caminar con mis patas de madera. Podríamos ser
novios. Los músculos de mi lengua se cansan y dejan de empujar. Ella se afloja
y se ríe. Me gusta su risa. Me mira como si fuese un chico. Entonces no dejo
que siga mirándome, le agarro la cabeza y la traigo al beso
ROJO. Seguimos en ese beso. Rojo. Beso es también
olernos. Sus fosas nasales laten. Se abren, se cierran y se vuelven a abrir
como la boca de
VERDE. Adentro y afuera de la boca estamos
empapados. Se nos pegan las mejillas, las frentes. Hay tantas maneras de
lenguas. Dos horas de danza. Entre lengua y lengua se sirve otro mate. Respiro.
Me tomo otro mate sentado en su muela. Polvillo de yerba entre los dientes. Los
de
NEGRO. Se siguen apretando Porque otra vez defiende
su boca a ultranza. Mi lengua ahora se cansa más rápido. Aflojo. También
intento relajarme un poco con
ROJO. Caminamos unos pasos de la mano. Revoleamos
los ojos, pateo las hojas y volvemos a ese asunto misterioso del beso. Beso que
con
VERDE. Ya no tiene secretos. El termo está vacío.
Toda agua es saliva en nuestras caras sarpullidas. Manchas coloradas en el
cuello. Todo es líquido. Todo lengua. Lengua que hubiese llegado hasta la
garganta de
NEGRO. Si hubiese tenido dieciocho años.
Obra: Claudia Giraudo. |
ROJO. Ignorancia de lenguas, suspiros de amor. Mañana
será otro beso.
NEGRO. Me bajo de la silla con la lengua sola y
agotada y voy corriendo a jugar con los autitos.
VERDE. Trae una toalla y se seca la cara, el pelo,
las orejas. Llenos de beso miramos la hora. Me acompaña a la estación. Mastico
yerba mate mientras miro por la ventanilla del tren.
COLORES para decir que se desparrama en tres bocas
mi primer beso.
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