Entre los pedazos de sus ojos vas encontrando un orden que se parece y
no se parece a lo profundo. Ella tiene la edad de tu sombra y sabe festejarle
las dudas. Que vos vivís por ella no es un secreto, lo gritan varias ciudades
donde pusiste su nombre. Que ella muere por vos no es un secreto, solo el
enunciado inexpugnable de un enigma perfecto. Entre los pedazos de una casa, en
una calle al sol te dijo la primera vez el amor. Entre esas palabras ni grandes
ni pequeñas entendiste altura, plural, futuro. Ella tiene la edad de tu sombra
y sabe dejarla y volverla a tomar. Entre los pedazos de su cuerpo tejés una
patria perdida, que no acabás de perder, que no podés recuperar. Ella tiene la
edad de esa distancia larga que sabe acortar, que un suspiro, que una frase no
pronunciada, que la querés dejar pero no querés. Que aprendiste con ella (ella
tiene la edad de tu sombra) un amor hecho de nudos, donde la tragedia es el
viento que apaga y enciende una vela, que reedita la escena: su belleza
salpicada por los mensajes confusos, por la competencia entre la promesa y el
acto, las máculas del desdén que no asume, hiriendo una y otra vez la luz que
conociste por ella (ella que tiene la edad de tu sombra). Entre los pedazos de
los recuerdos que los ponen juntos en las excepciones, empezaste a descubrir
los espejos de las pesadas cortinas que los ocultaban. Y allí adentro no había
hondura, no estaban sus labios abriéndose para que los visitaras, de paso. Y
allí adentro no había algo fresco y vertiginoso, no estaba el temblor que te
asalta al tocarla. Entre los pedazos de los espejos hace rato que ella vino y
se fue (ella tiene la edad de tu sombra y la confunde y te hace ver que viene y
se va todos los días, a la hora en que los espejos ven caer la tarde y se
desgarran). Entre los pedazos de eso que conociste y no sabés en qué parte
sigue siendo amor, la risa de ella es breve, vos pintás soles dorados y nadie
ocupa la casa. Entre los pedazos.
Erik Johansson |
No hay comentarios:
Publicar un comentario