Ya la geografía tiene otro nombre
y los días y los cuerpos
aun así los lejanos andenes
piden la sombra de mi cuello.
No alcanzo a maldecir
el vacío suficiente
o la breve abundancia
donde se da cita la muerte.
No alcanzo a llorar
y el apagón y la sequía
se encarnizan esperándome
en la próxima esquina.
Le basta con la falta
al verdugo del ocaso:
toma mis manos crispadas
y me ahorca con tu abrazo.Otilia Cadar |
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