Cándido Portinari |
Hoy me saqué un moco. No sabía que se podían hacer tantas
cosas con eso. Me lo arranqué de la nariz —metí el dedo bien adentro, ustedes sabrán más que yo— y fui amasando con mis
dos dedos una pequeña bola que al principio era pegajosa, y luego adquirió
elasticidad y se desprendía fácilmente de la piel. Con esto quiero decir que no
se me pegoteaba en los dedos como los dos anteriores que me saqué en la hora de
lengua. El moco es bastante verde y tiene algunas arterias, por así decirlo,
que lo atraviesan como a un corazón. Es como si te hubieras sacado el corazón,
me dijo Paula, mientras espío por arriba de sus hombros que la señorita no me
rete por no prestar atención. Está explicando todas las precauciones que
debemos tener en cuenta a la hora de hacer la prueba. Lo ideal sería pegarlo
debajo del banco, pero ¿y si se dan cuenta? Todo el esfuerzo que hice para
mantener mis notas y para ser la abanderada del curso, además de la mejor
compañera (tengo dos diplomas que mamá hizo encuadrar y les cuenta a todas las
personas que visitan la casa —no son muchas— que su hija es esto, que su hija es lo
otro), va a ser en vano si la señorita me ve con el moco en las manos. Bueno,
podría pegárselo a Esteban en su guardapolvo, total él casi nunca presta
atención y me importa poco lo que pueda decirme, si se da cuenta. Paula, no te
voy a mostrar el moco, ahora no puedo, date vuelta que la señorita nos está
mirando. Bajo el brazo izquierdo por debajo de mis piernas y sigo amasando, en
silencio, esa masa ahora grisácea que ahora es el moco. Cada tanto lo miro de
reojo, como si fuera mi bebé. Es mi primer moco en toda la escuela, en toda mi
vida, por eso lo estoy escribiendo, si no, les hablaría de otra cosa. La
primera vez que vi a alguien no sólo sacarse un moco sino también llevárselo a
la boca como si fuera un caramelo fue a Alicia. Durante el acto por el día de
la bandera. Ella sí que sabe cómo actuar en estas situaciones. Alicia iba a
sexto y yo a cuarto. Durante los recreos nos juntábamos a hablar mal de las
otras chicas. De los chicos no hacía falta porque ellos mismos eran unos
idiotas, pero nuestras compañeras siempre competían con nosotros. Alicia me
contó en un recreo que vivía con su mamá, sus hermanos y el novio de su mamá,
un señor “fracasado” que tiene once hijos, y esto lo dijo ella, yo no hablo mal
de los padres porque el mío murió el mes pasado, de cáncer de pulmón. Y eso que
no fumaba. Alicia siempre me escuchó en los recreos pero no pude contarle lo de
papá, sólo hablábamos de su padre. Yo a mi papá lo extraño mucho, por eso ahora
quiero tomarme revancha contra todos y pegar este moco en el banco. Si me
mandan a la dirección a firmar el libro de disciplina, qué me importa, total
Facundo ya fue. Él es tan lindo. Y casi nunca tiene que estudiar para sacarse
buenas notas; no sé cómo no me gana la bandera. Es el único que se parece a una
chica. Esteban me dijo que los chicos del grupo piensan que es marica, pero yo creo
que solamente le gustan cosas diferentes a ellos. Es tímido y dulce. Vino a
casa con su mamá cuando mi papá murió y hablamos bastante. Me trajo flores
rosas y azules de plástico. Después jugamos un rato al Life y me contó
que quería construir puentes cuando fuera grande. Y manejar aviones. Le dije
que primero tenía que aprender qué era un modificador directo, y los dos
comenzamos a reírnos. Ay, es tan lindo. Pero no se anima a decirme nada. Ese
día, su mamá lo llevó del brazo y le dio un par de órdenes. Creo que es ella la
que lo tiene así. Si tuviera un padre, capaz se comportaría de otra forma. Me
sentiría mejor si Facundo fuera mi cómplice en este momento en que pego el moco
debajo de mi banco, pero no puedo, no sin alguien que sea cómplice. Paula me aburre,
siempre se cuelga de mí, no hace nada original, siempre soy yo la que hace los
chistes o las bromas. Pero eso sí, como me dijo papá, tengo que estudiar y
tener buenas notas para ser una buena persona. Cuando la señorita me entregue
la prueba, le voy a pasar el moco por su guardapolvo. Si total, ella siempre
viene de buen humor y no va a creer que fui yo. Seguro piensa que fue Esteban o
Claudio, que no vienen más que a calentar el banco, como les dijo la señorita
de plástica el otro día.
Hoy tenemos
prueba de matemática y estuve una semana estudiando. Cómo despejar la x y
ecuaciones de segundo grado. No es tan difícil; lo difícil va a ser pegar el
moco en el guardapolvo de la señorita sin que nadie se dé cuenta. Miro por la
ventana y veo cómo el sol entra hasta el escritorio de la señorita. Ahora se
acerca, pasa banco por banco. Grupo A, grupo B, grupo C. Tres evaluaciones
distintas. Igual puedo hacer las tres, si quiero. Ya sé, si se da cuenta de lo
del moco, le digo que le hago las tres evaluaciones, ya está, viste que para
algo sirve la matemática. Romero, guarde su carpeta debajo del banco; Villorio,
Villa, ¿quieren que les ponga un 1 y llame a sus padres? Pobrecitos, ojalá me
dijera así a mí. Le diría: “Sí, señorita, llame a mi padre y dígale que yo
también quiero hablar con él, dígale que lo extraño y que me dé un abrazo antes
de irse de nuevo”, porque me dijeron que nadie puede volver de la muerte, pero
a veces pienso que papá sí podría, él podría hacer cualquier cosa. ¡Pereyra,
siéntese bien, por favor! Pereyra es lo peor del curso. Me corre una sensación
de alegría cada vez que lo retan. En el recreo le dicen “el mondongo”. Durante
la hora de geometría se dedica a clavarles el compás a sus compañeros. Amaso el
moco. La señorita se acerca. Su sonrisa apuntándome como una pistola en la cara
me asusta. Disimulo. Su evaluación, Cavalcante. Cuando da la media vuelta,
estiro suavemente la mano y le pego la masa gris y gomosa que ahora es mi moco,
el primero que me saqué en mi vida. Se da vuelta, la señorita. Mira con los
ojos exaltados para todos lados. Seguro piensa que alguien quiso o que alguien
efectivamente le tocó la cola. Parece aterrorizada. El moco, de hecho, está en
su muslo izquierdo. Va hasta el escritorio y antes de sentarse pasa su mano
derecha por los pliegues del guardapolvo y el encuentro entre el moco y su mano
ya es inevitable. Las ecuaciones no son difíciles, puedo hacerlas en media
hora.
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