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28 ene 2013

RÉQUIEM IMAGINADO


El ocaso simula no entender el eterno drama de la tarde que no quiere partir. Y el viento, una gélida música implacable, se le ríe en la cara.
No es ave totalmente libre aquella que vuela en círculos chatos o planeando en térmicas del pasado. Entonces se fue, partió, se apagó. Un blanquecino y luminoso espíritu le cambió su plano de existencia, su dimensión comprensible. Pleito antiguo el de la muerte. Tanto… que nació con la primera vida.
Se murió tranquilo, sin causas aparentes. Simplemente le pareció oportuno hacerlo en ese lugar y ese momento. Sería ese, su primer día sin su despertar. Las personas y los amores no mueren de causa naturales. Unos mueren del último mal y los otros, del último olvido.



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