1 A.M: La niña roja se vuelve rosa de desvelo y queda rosa para
siempre.
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2 A.M: La niña rosa otra vez desvelada.
Un silbato marinero la hechiza con su canto de sirena.
Los marineros pueden tener una niña rosa en cada puerto pero a un solo
amor le abren la puerta.
A veces una niña rosa encuentra un hueco y entra creyendo que es un
abrazo.
Es sólo un agujero que crea el marinero cuando se fascina de verdad con
un poema o unos ojos.
Pero la niña deseante mete la
pata hasta las muelas.
Después de chupar un poquito el pie rosado, el marinero teme
indigestarse porque el hueco ya está
lleno y la renguita quiere ser
comida.
Entonces, con brutal delicadeza se saca la pata de la boca y le
aconseja a la niña que busque una boca
nueva, que las niñas rosas son deseables y entre los saldos de temporada
nunca le va a faltar algún hambriento.
Se remienda los amores, se los ajusta a medida y los exhibe a la niña
con la elegancia de Donne sotto le stelle in Piazza Spagna.
Anuncia que de acá hasta acá lo que fue verdad pero no conviene será
declarado ilusión óptica y se aleja de la niña rosa sin rozarla.
Ella, tan bestia como etérea, se
despide
con palabras lilas,
con caricias envueltas en seda violeta,
con perfume de lavanda.
Ella, tan tosca como bestia huye corriendo con el pie en la mano y la
tibia al hombro para no estrujarse los pechos, clavarse los dientes en los
pezones
y fisurar planetas con sus llantos.
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Niña rosa, niña rosa...
olvidate de silbatos,
ahogate en un mar de leche pura
no derramada,
sacudite los desvelos
y andate a dormir tranquila.
Sabés claramente como son las cosas
y no por ser rosa
y no por ser niña
...por ser marinero.
Ofra Amit |
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