Carlos Alonso |
En una esquina
se turban sus
jirones.
Cuando se apiadan
los astros
le dicen que todo
tiene un orden
hasta los harapos del cristo,
pero en su declinar
el día sigue siendo
un trapo tapando las
estrellas.
Lo miro sin escuchar
la elocuencia de la
calle
mientras él sigue
aturdido en su escenario.
Ya no busca caminos
y la salvación es un
altoparlante
en la plaza
donde los recuerdos
blasfeman
hasta que la mirada
del vagabundo
es la llanura del
que no entiende.
¿Y entre los
dilatados párpados
podrá gestar la
noche alguna otra condena?
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